Como los astros, para los astrólogos, hace varias semanas que los medios de comunicación están alineados. Incluso aquellos periodistas, espacios y medios críticos. Todos apuntan a un objeto que denominan “motochorros”. Estos son la lacra de nuestra sociedad.
Un comunicador contemporáneo nos hablaba de la personalización y la despersonalización. Con estas palabras indicaban la necesidad de incluir al ser humanos sea como protagonista o como víctima en nuestros relatos, que no olvidemos a la persona. Muchas veces decimos “un auto blanco marca mercedes Benz cruzó la luz roja y mató un transeúnte…” ¿Ninguna persona manejaba el vehículo? ¿El transeúnte es una persona, una cosa, tiene nombre? Hay una cosificación total. No existen las personas aquí.
Todos los medios de comunicación y periodistas hablan del fenómeno-lacra social “moto chorro”. Esta denominación de un sujeto importante nos lleva hacia un peligro de crear un sujeto, una entidad, una barrera detrás de la cual se esconden mucho más que una moto o mucho más que balas. Seguir diciendo “motochorro”, con el tiempo, las muertes se atribuirán a alguien sin identidad y que forma parte de un sustantivo colectivo inimputable: motochorros. Motochorros no es perseguible puesto que no existe en el Código Penal, pronto dirá un abogado, afirmado por un Juez, y una resolución de la Corte pondrá fin a toda persecución o investigación de un crimen.
Veamos. Quien maneja una moto es una persona. Tiene nombre, identidad, lugar de nacimiento y residencia. Quien maneja una moto puede ser un trabajador albañil, empleado de las tiendas en el mercado 4, oficinista, vendedor… la moto es un vehículo transportador de personas y cosas. Por lo tanto, la moto no tiene mucho que ver en el asunto.
¿Es la mota la que dispara? ¿Es la moto la salta y derrumba a un persona para hacerse de su teléfono celular o alguna cadenilla? No. Es una persona o dos o más. Las personas son las que realizan tales actos. Hay que rescatar el ser humano que maneja un vehículo que se llama “moto”, rescatar para los bueno y para lo peor. Es el ser humano el autor y actor en esta historia.
Los llamados “motochorros” no existen. Son algunas personas que usan las motos las que delinquen.
Pero si pretendemos seguir con esta línea diríamos así: banco chorro, cuando los bancos te asaltan con sus intereses y algunas multas; auto chorro, cuando un automovilista te enviste o si de éste bajan personas para asaltarte; un poli chorro, cuando un agente de policía, con tal nombre, te coimea o te cobra una multa, o te asalta…
La pregunta se reproduce a miles por segundo, ¿qué hacer ante esta ola de asaltos y muertes por parte de los motochorros? Hasta hay programas de radio que solo se dedican a los motochorros. Lo que ya dijimos que no es la expresión correcta, a menos que sea otra la intención, si se está siguiendo un patrón lingüístico con el cual se pretende banalizar el hecho.
Las respuestas comunes:
- Los policías toman a los delincuentes y los fiscales los largan en poco tiempo.
- Los policías no hacen bien su trabajo, dicen los jueces.
- Debe renunciar el ministro tal porque su política de seguridad, ndoikói…
- Se debe crear leyes que castigan realmente a estos delincuentes.
- Que haya leyes que prohíban a que viajen dos personas en una moto.
- Los jueces no tenemos nada que ver en todo esto.
- El poder judicial es la responsable.
- El poder ejecutivo es la responsable de la seguridad.
- El gobierno es el responsable.
- La impunidad,
- La corrupción.
- San lamuerte.
- No hay caso, decía un periodista, hay que crear una ley de cadena perpetua. Es necesario crear más cárceles, dicen otros…
¿Cuál es el fruto de estos hechos violentos? En forma directa, la muerte de personas, otras golpeadas, despojadas de sus bienes, etc.
- ¿Por qué no se castiga, no se persigue?
- ¿Perseguir a quién?
No hay por qué perseguir. Estas personas están cumpliendo una misión dentro del Estado. Estamos en un Estado violento, terrorista. El Estado de derecho hace tiempo fue gorreado.
- ¿Conviene al gobierno y las autoridades tantos crímenes, asaltos, etc.?
No solo conviene. Es acción desde algún sector del Estado. Es la dictadura. Se impone a través del miedo. Se inmoviliza a la gente con el miedo, con el terror.
“…Durante la época de las dictaduras en América Latina, los gobiernos de facto mantuvieron un régimen de terror que no solamente terminaba con sus adversarios políticos, sino que mantenía a la población en un estado de parálisis y sin capacidad de respuesta. El propósito de la tortura es más bien el silencio, el silencio inducido por el miedo”.
El miedo y el terror son hermanos. Los poderes fácticos utilizan cualquier recurso para mantener tal situación, mantener en zozobra una sociedad es tener el control de la sociedad.
Vamos a nuestro caso: tras la destitución de Lugo en el 2012 por medio de un artero golpe y ruptura del estado de derecho, un grupo de periodistas e instituciones divulgaron el libro “Paraguay Mafia. Soja, narco, terror y golpe de Estado parlamentario” mediante la editorial Yerba mate. En este libro ya hicieron una descripción de las causas del golpe y destitución de un gobierno legítimo y los actores y autores de tal atentado.
Este proceso de terror, entró muy fuertemente con los asesinatos de policías y campesinos en Curuguaty, luego el asesinato selectivo de dirigentes sociales, tanto en Kanindeju como en Concepción. Hubo otras muertes muy extrañas de líderes.
Cuando hay una crítica fuerte a la gestión gubernamental, el fantasmagórico grupo EPP actúa con un ataque de muertes, quemas de estancias, herramientas de trabajos, y secuestros. No se ha tenido un momento de fuerte crítica al gobierno que no haya aparecido, como un ángel de la guarda, el EPP.
Después una seguidilla de incendios, muy raros. Grandes golpes a camiones transportadores de caudales y asesinatos de gran impacto. Toda muerte es dolorosa, pero hay muertes que se preparan para que tengan mayor impacto en la sociedad. Los narcos utilizan las calles, en las fronteras para poner fin a sus diferencias, siempre se matan en espacios públicos y tienen las más grandes repercusiones en todos los niveles.
Hasta ya es un deporte esta vigilancia: si el presidente está en el norte, suceden cosas en el sur. Si está en el sur, cuidado los del norte, o del centro del país; si está fuera del país, cuidado Paraguay, si está en tu barrio, cuidado el barrio vecino, el presidente atrae la muerte, camina con la muerte.
Pero la constante en todo esto ha sido los asaltos callejeros, las muertes de jóvenes vidas, los asaltos domiciliarios, robos de celulares, etc. Y eso que los celulares pueden ser controlados dónde se encuentran una vez denunciado como robado.
Pero, la pregunta, es ¿todos esos robos, asaltos, asesinatos solo tienen fines de robo? ¿Son simples asaltos callejeros? O, “ajuste de cuentas”, como gusta decir a los policías, y repetidas por periodistas del área.
Todos los hechos tienen grandes impactos de la sociedad. Todos los medios se hacen eco de los mismos. Esto, en otras palabras, golpe a golpe va metiéndose el miedo hasta los tuétanos.
Es la dictadura, que tiene al miedo como estrategia para gobernar y subyugar al pueblo. Es la dictadura que impide a la gente organizada a fortalecerse como organización social, porque alguien de ellos será asesinado, asaltados o comprados.
Es la dictadura que te mete muertes por toda parte, desde las motos, los autos, de a pie, desde lejos, desde cerca. Es la dictadura que duele tanto, y quizás más porque no conocemos a nuestros verdugos directos. Estos tienen forma de vendedores, de pacientes, doctores… no tiene un rostro concreto, como antes se sabía porque tenían gorras.
Es la dictadura que se apoderó de todos los sectores y las instituciones que podrían peligrar. La Iglesia no lo critica porque el gobernante de turno prometió que no aprobará una ley que abre puertas al aborto, y los pro-vidas hacen hurras porque no habrá puerta para el aborto, mientras el dictador desaloja poblaciones campesinas, corre como a salvajes animales a comunidades indígenas, extiende una carpa grande de soja que ya toma todo el país, y con ella también se sepulta la palabra mientras verdea el silencio. Y la vida sigue torturada, al igual que la tierra, al igual que los hombres y las mujeres.
Y la dictadura se está armando para largo. Está comprando todos los medios del país. Y todo para imponer el miedo y gobernar con el terror.
Pregunta periodística
La mayoría de los consultados por estos casos violentos son jueces, políticos y abogados. Consideran muchos periodistas que esta es un problema legal. Veamos si por aquí está la solución.
Pregunta uno: ¿Por qué tenemos tantos abogados en nuestro país? Y, no conozco abogados desempleados. En términos de cliente o ingresos económicos, los más favorecidos en esta ola delincuencial son los abogados. Si esto da de comer y vivir bien a muchos abogados, ¿cómo ellos trabajarían en contra de sus fuentes de ingresos?
¿Y los jueces? Un abogado solo no tiene éxito, debe tener un amigo juez, y este amigo tampoco hace gratis “el trabajo”, entonces…
Pregunta a la policía. Esteee! Nosotros hacemos bien nuestros trabajos, lo que pasa es que la fiscalía es la que larga pronto otra vez de los, dicen también, motochorros.
¿Qué solución puede dar la policía? Muchos agentes del orden tienen sus ingresos como peajeros de quienes delinquen. ¿Un agente peligraría su fuente de ingreso?