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jueves, 2 de diciembre de 2010

Carta Abierta a Magdaleno Silva

No me gusta escribir solamente cosas negativas en este blog, sin embargo, frente al reciente fallecimiento del Doctor Martín Chiola, condenado públicamente por su relación con las represiones Stronistas y su PREPOTENCIA, es que me mueve a escribir este artículo que, espero, lo lea el “DIGNISIMO” Diputado Magdaleno Silva.

Aclaro que no me estoy burlando de su “investidura” de Diputado, lo que en este momento, y a través de este escrito, quiero decirle a Magdaleno Silva es que recapacite en su forma de actuar, todavía tiene tiempo, en nombre de su familia y de la comunidad.

Quiero volver a saber cosas buenas de AQUEL Magdaleno Silva de los tiempos sin poder político, amigo, humilde y servicial, consciente de su raíz campesina.

Que renuncie a los “favores” nada buenos de los narco ganaderos y piense en SU COMUNIDAD. Los Yby Yauenses tienen un gran corazón, estoy seguro que le perdonarán su desliz y volverá a conquistar la confianza de todos los que ayer fueron sus amigos.

Quiero que Magdaleno Silva sea aplaudido SINCERAMENTE por sus buenos actos, no apenas por las monedas que le tira a sus pocos seguidores chupamedias. Los bienes materiales son efímeros, la amistad sincera y la confianza son los mejores bienes que una persona puede conquistar en la vida.

No me gustaría que Magdaleno siga vilipendiado por sus compueblanos, debo confesar que tiene sus virtudes muy positivas, lo que le fundió fue su ambición desmedida y el humo de poder que se le subió a la cabeza. Pero todavía tiene tiempo, incluso puede volver en otro periodo legislativo como otro Magdaleno Silva, trabajador consciente y dedicado a su pueblo, denunciando los crímenes y exigiendo justicia. Buscando protección integral de los Derechos Humanos para los hermanos indígenas de la parcialidad Pâi Tavyterâ que son el remanente histórico de nuestro querido Distrito y patrimonio humano y cultural de nuestro querido Paraguay.

Vuelvo a repetir, todavía está a tiempo de corregir rumbos. El odio, el rencor y la rabia no son buenos consejeros.

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