Las recientes declaraciones de Tranquilo Favero a un diario brasileño de público conocimiento, nos indignan profundamente. En ellas, el “Rey de la Soja” hizo alarde de su odio a los pobres, a los campesinos, a las mujeres, y a la democracia.Este representante del sector más conservador dijo que a los campesinos es inútil tratarlos con diplomacia “porque ellos deben ser tratados como mujer de malandro que solo obedece a base de palo”.Esta frase desnuda una actitud profundamente fascista y machista, reivindicando la violencia como “receta” para enfrentar las problemáticas sociales, fruto de la usurpación ilegítima de territorio paraguayo por agro-mafiosos, beneficiados por la dictadura de Stroessner, que repartía tierra a sus jerarcas y aduladores.
Consultado por la prensa brasileña sobre la cantidad de hectáreas en su poder Favero no contestó, pero se presume que este latifundista tendría entre 2 a 3 millones de hectáreas de tierras en el país.En este sentido consideramos que la recuperación de las 8 millones de hectáreas de tierras mal habidas es fundamental, porque el problema principal que enfrenta nuestro país es el de los latifundios, responsable de la injusticia social y de la mala distribución de la riqueza en Paraguay, donde una elite del 2% acapara casi todas las tierras productivas del país mientras más de la mitad de la población sobrevive en condiciones extremas. Consideramos que el Estado paraguayo debe actuar con todo el rigor y la firmeza que le corresponde para verificar la legalidad de las propiedades, atendiendo a los dudosos manejos de Favero durante la dictadura stronista y a las millones de hectáreas entregadas durante el mencionado periodo a personajes que nunca fueron sujetos de la Reforma Agraria. Apoyamos los trabajos de mensura de la franja de seguridad fronteriza y afirmamos que no tienen ningún objetivo xenófobo ni arbitrario, sino el de investigar un hecho de corrupción que se conoce desde hace décadas.
Lamentamos el cerco mediático levantado alrededor de toda la población paraguaya. Se esconde gran parte de la información sobre la historia de las tierras de Ñacunday; y las que no se esconden, se presentan de manera parcial y/o tergiversada. Verdaderamente, cada vez podemos notar más el carácter antidemocrático del acceso a la información que proponen los grupos de poder que concentran la propiedad sobre los medios masivos de comunicación.
Es preocupante la soberbia de estos usurpadores de nuestras tierras y negadores de nuestra soberanía.
“Favero es un ‘desbocado’”, es la superflua conclusión que la prensa de derecha hace, sin embargo, sabemos que las declaraciones de Favero son compartidas, en esencia, por la clase propietaria de nuestro país. Tranquilo Favero es el rostro sin caretas del capitalismo patriarcal.
Hoy hacemos pública nuestra indignación y afirmamos nuestro compromiso con la lucha de nuestro pueblo, de la mujeres, los niños y niñas, campesinos y campesinas que luchan legítimamente por un pedazo de tierra, por un lugar en nuestra patria.
Lamentamos el cerco mediático levantado alrededor de toda la población paraguaya. Se esconde gran parte de la información sobre la historia de las tierras de Ñacunday; y las que no se esconden, se presentan de manera parcial y/o tergiversada. Verdaderamente, cada vez podemos notar más el carácter antidemocrático del acceso a la información que proponen los grupos de poder que concentran la propiedad sobre los medios masivos de comunicación.
Es preocupante la soberbia de estos usurpadores de nuestras tierras y negadores de nuestra soberanía.
“Favero es un ‘desbocado’”, es la superflua conclusión que la prensa de derecha hace, sin embargo, sabemos que las declaraciones de Favero son compartidas, en esencia, por la clase propietaria de nuestro país. Tranquilo Favero es el rostro sin caretas del capitalismo patriarcal.
Hoy hacemos pública nuestra indignación y afirmamos nuestro compromiso con la lucha de nuestro pueblo, de la mujeres, los niños y niñas, campesinos y campesinas que luchan legítimamente por un pedazo de tierra, por un lugar en nuestra patria.
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