Gobernar un país es como gobernar una casa,
solo cambia el nombre de los habitantes, en la casa se llaman hijos, padres,
parientes y allegados, en el País se llaman ciudadanos, no importa su lazo “familiar”
Para gobernar una casa se necesitan reglas,
disciplina y prioridades, para gobernar un país… ¡Vaya coincidencia!!! Lo
mismo. En la casa los padres deben buscar la forma, o los medios, de aportar lo
necesario para la supervivencia de los miembros de la familia, administrar los
recursos con que cuenta de modo que esos recursos sean sustentables, eficientes
(y suficientes en lo posible) y repartidos en forma equitativa de modo que
todos tengan acceso a los mismos privilegios, repito, los mismos privilegios,
cada uno según sus propias necesidades y limitaciones y, lo más importante,
TODOS los miembros deben colaborar para que eso sea posible. En un gobierno…
creo que es redundancia repetir, pero es lo mismo, la diferencia es que aumenta,
considerablemente, la cantidad de personas a las que se debe atender, la
cantidad de problemas a las que deben, imperativamente, buscar solución, en
algunos casos, de forma inmediata con efectos a corto plazo, mientras que otros
necesitan una solución más sustentable a
corto, mediano y largo plazo.
Para llegar a estas metas, en ambos casos
(hogar y gobierno) se deben aplicar las tres cosas que habíamos mencionado:
Reglas (en el Gobierno se llaman leyes), Disciplina (lo que implica obediencia)
y, la más importante: PRIORIDADES. Trazar prioridades nos permite destacar
aquello que más urge y que necesita una atención redoblada para centrar en ella
toda nuestra energía y nuestro esfuerzo, trazar prioridades nos lleva a
dialogar, en la búsqueda de una salida, medianamente, justa y equilibrada. Digo
medianamente, porque no siempre se podrán aplicar los argumentos de un grupo o
de un sector, siempre habrá descontentos, pero se debe buscar siempre causar el
menor grado de descontento posible.
Esto es lo que le falta a nuestro querido
Paraguay: un gobernante que busque prioridades para todos hacia un desarrollo
integral, para todos. No para un solo sector. Cartes está equivocado al
priorizar a un sector, en detrimento de una absoluta mayoría. Urge rever las
políticas administrativas del Paraguay, tal como la misma administración política.
Urge una revolución cívica-ciudadana hacia una reeducación social.
La ciudadanía necesita urgentemente reeducarse,
cívicamente hablando. Dejar de ser un ser repetitivo (vulgo: un lorito, que
repite lo que escucha) debe aprender a contextualizar lo que ve, oye y lee y,
sacar sus propias conclusiones, aprender que: si hay un corrupto, es porque hay
un corruptor y un incentivador de esa corrupción, sea de forma activa (el que
empuja a otro a practicar la corrupción) y el pasivo (el que se omite, no
denuncia ni renuncia a la corrupción)
La foto que acompaña a esta nota habla por sí
sola, de la magnitud de la urgencia de la aplicación de lo que dije antes.
Lo que se ve en esa imagen, no es apenas una
patada de un policía a una ciudadana en una marcha de reivindicación social,
cívica o profesional, tampoco es apenas un pie en el trasero de una mujer, es
el reflejo de cuánto hemos perdido y banalizado la dignidad humana.
Os dejo que penséis en esto y que dejéis
vuestros comentarios (estoy casi seguro que no serán muchas, pero igual servirán
para pensar en cómo pensamos los paraguayos, valga el juego de palabras)
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