Cuando todos estaban pensando de que yo iba a publicar alguna maldición contra Magdaleno Silva y vitorear a sus asesinos, yo más bien me recogí en mí mismo, para dimensionar la gravedad de lo que se está desencadenando en Yby Yaú.
No se puede alabar la muerte de nadie, mucho menos cuando esa muerte es provocada de la manera más cruel y violenta que se pueda imaginar y proviniendo del sector que proviene.
Es cierto que yo fui víctima de los actos de Magdaleno Silva, pero eso no me da derecho a festejar su muerte (aunque él lo haya hecho conmigo, en su momento). Y no es porque sea mejor que él, no, nada que ver, yo no soy ni mejor ni peor que él, simplemente estamos en veredas diferentes.
En cuanto estaba vivo, lo denunciaba y lo recriminaba, porque estaba vivo y podia leer el artículo y defenderse, ahora está muerto, ya no puede defenderse ni alegar las acusaciones, estoy actuando tal cual me dicta el corazón, puedo estar equivocado, hasta ser incoherente, pero es lo que siento.
No expresé mis sentimientos de condolencias a la familia, porque se que lo tomarían como algo hipócrita en este momento, y les entiendo perfectamente.
Esta masacre debe llamarnos la atención a todas las personas que amamos Yby Yaú, algo hay que hacer, las autoridades (sean civiles, policiales o judiciales) tienen que poner el mayor de los empeños en erradicar este mal, ellos saben cómo hacerlo, es solo cuestión de voluntad.
La población debe unirse, para pedir JUSTICIA para todos los casos nunca esclarecidos, ya hubieron demasiadas muertes, ya hay demasiado odio entre la gente, para que, desde estas páginas también incentivemos a más violencia.
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