Muchas veces se suelen contar
historias cuyos personajes son seres humanos animales o, a veces, personajes
mitológicos.
Esta es la historia de una
camioneta, sí, leyó bien, una camioneta.
Ella es de la Marca Toyota,
modelo Hilux, doble tracción (4x4), año 1.989. Ella había sido comprada en
Asunción, de sus primeros años de uso no tenemos registro, pero sí de su
agitada vida en Yby Yaú, a donde fue a parar hace 16 años y en las manos de
Carlos Escobar.
Desde su llegada, esa camioneta
no paró de servir a la gente, en ella se hacían desde cobranzas de publicidad
para Radio Yby Yaú y otras varias actividades, aunque su labor oficial debía ser
la de facilitar los viajes del Pastor Carlos Escobar en su tarea de visitar los
anexos de la Iglesia Filadelfia que estaban a su cargo en la zona.
Pero ustedes me dirán: Qué hay de
extraordinario en esta historia, para que se le dedique una nota en el blog?
Claro que Carlos Escobar es
también parte activa de toda la historia, camioneta sin chofer no va a ninguna
parte, como tampoco chofer sin vehículo.
Esa camioneta ya fue protagonista
y escenario de hechos felices y lamentables; en esa camioneta nació una niña,
en un parto improvisado; también murió una señora, camino al hospital de PJC. (Ocasión
en la que el chofer tuvo que soportar un proceso judicial)
Esta camioneta ya hizo de coche
fúnebre en incontables ocasiones, entre las que se puede destacar cuando tuvo
que transportar el cuerpo sin vida de mi gran y querido amigo el Gral. (S.R.)
Bernardino Peralta Báez, desde el lugar del velatorio hasta el aeropuerto más
cercano, para ser trasladado hasta la ciudad en la que debía ser enterrado. Ya
salvó vidas haciendo de ambulancia sin estar equipado para el efecto (hecho que
le rindió al chofer una dura reprimenda por parte del personal médico del
Materno Infantil de San Lorenzo, cuando llevó de urgencia a un niño que debía
ser operado del corazón, de esto hace 5 años). También ya transportó novias, camino al altar. En fin, esta camioneta, si pudiera hablar, contaría cada historia....
Tengo la leve impresión de que su
cuenta-kilómetros ya se habrá cansado de “registrar” las distancias recorridas,
su primer mecánico en Yby Yaú, Don Lolo, ya falleció, ahora ya necesita de dos mecánico
para seguir activo, Don Juan González y José Deleón, son los magos que no le
dejan parado. Con su edad, a veces, la pobre ya se niega a seguir camino, como
ocurrió esta vez camino a Antebi Kué.
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