reforma agraria. Una residencia de dos pisos, corrales y galpones con techos de chapas metálicas,
tajamares, una alta torre de antena para comunicaciones, una camioneta Mitsubishi
todoterreno de color negro estacionada, y centenares de animales vacunos que cubren
todo el vasto terreno.
Un legislador que ha realizado el sueño de la estancia propia... aunque sea ilegalmente, con
terrenos del Estado destinados a la reforma agraria, y a precio regalado.
El diputado Magdaleno Silva niega haber adquirido tierras en Antebi Cué y solo admite
que su hijo Favio Silva es el que posee una propiedad.
Estancieron se estan quedando con todo
"Supuestamente, las tierras que se expropiaron a Antebi iban a ser para los campesinos para
guayos, pero aquí los estancieros se están adueñando de todo, con presiones y amenazas",
dice Alcides Agüero, presidente de la comisión vecinal de Rinconada, en el distrito de Bella
Vista, Amambay.
Agüero vive a poco más de un kilómetro del lugar donde el diputado Magdaleno Silva tiene su
establecimiento ganadero, pero pidió expresamente que no le hagamos preguntas acerca del
polémico legislador y sobre la presunta irregularidad de sus tierras en el lugar.
"El es nuestro vecino, es muy poderoso, mejor no tocar el tema, ko'ápe ijetu'u (aquí es todo
muy difícil)", indicó.
"Aquí había una colonia grande de campesinos paraguayos, pero ahora solo nos quedamos
unas 70 familias, el resto ya son todos estancieros, muchos de ellos brasileños, quienes se
fueron adueñando de todas las tierras, ofreciendo mucho dinero, presionando a la gente, y
dedicándose a criar vacas en gran escala. La gente del Indert sabe muy bien eso, pero casi
no se hizo nada para evitar", reclama.
Además de grandes empresarios brasileños, entre los estancieros hay conocidos políticos,
comerciantes, personas que no tienen condiciones para ser beneficiadas con la reforma agraria,
pero que se han ido haciendo de propiedades en las tierras expropiadas a Antebi, con la venia
de muchas autoridades, indica Agüero.
"A los campesinos no nos queda más que trabajar como peones de los estancieros,
porque aquí de la agricultura no podemos vivir, a quién vamos a vender la mandioca, a
dónde vamos a llegar. Es lamentable, pero es así", dice el dirigente de la comisión vecinal.
SIN NOMBRE. No hay cartel ni leyenda que otorgue un nombre al establecimiento.
Los vecinos admiten desconocer cómo se llama, pero todos confirman sin dudar la identidad
del propietario: "Sí, ha'e, péa Magdaleno estanciante voi (Sí, así es, esa es la estancia de
Magdaleno)", asegura una de las mujeres que atiende en el único almacén a la entrada del
asentamiento, al lado de una desolada subcomisaría policial.
Son 65 kilómetros desde el asfalto de la ruta 3, por el polvoriento camino de tierra que conduce
a Bella Vista Norte, en la frontera con Brasil. Luego, otros 40 kilómetros hasta el sitio donde un
cartel da la bienvenida a la colonia Agrosilvopastoril San Pedro, el primero de los cuatro asenta
mientos campesinos establecidos en Amambay, en tierras expropiadas en 1995 a la empresa
Cipasa, del empresario Roberto Antebi, para ser destinadas para la reforma agraria por parte del
Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert).
Otras colonias en Amambay son: Rinconada, Nueva Esperanza y San Isidro, más otras cuatro
en Concepción: 29 de Junio, Norte Pyahú, San Carlos y Bella Vista Poty.