“CUANDO MATAN A UN PERIODISTA…
…hieren al corazón de la democracia”.
Qué terrible noticia, Pablo, la de esta calcinada tarde de jueves.
O a ese otro luctuoso día, hace 13 años, cuando mataron a tu hermano Salvador, en los montes de Canindeyú, para que deje de denunciar el tráfico de rollos de madera, la siniestra red de corrupción y narcopolítica que se ha ido adueñando de los territorios de la patria.
Me acuerdo cuando nos abrazábamos para darnos coraje, en esos encuentros de periodismo de riesgo, en que supuestamente nos adiestraban para burlar al peligro.
Me acuerdo por sobre todo de aquel curso para corresponsales de guerra que nos tocó asistir juntos, en el campo de entrenamiento de la Caecopaz, en Campo de Mayo, Buenos Aires,hace ya algunos años.
Horas antes de internarnos en las trincheras, nos dieron una noche libre, en que nos perdimos por los bares de Puerto Madero. Estaban Rosendo Duarte, Clide Noemi Martinez,Mariana Ladaga Pereyras, Alberto Núñez Barreto Rene Gonzalez, Anibal Gauto. Tomamos unas cuantas cervezas, hicimos muchas bromas, me acuerdo que alguien te puso de apodo "Chupa Pou", porque unos días antes te habían tomado de rehén los indígenas Aché de dicha comunidad, junto a otros colegas, en su conflicto de tierras. Nos reímos mucho en la madrugada bonaerense, hicimos chistes, tomamos más cervezas, nos abrazamos con afecto de colegas y de buenos amigos. De esa noche son algunas de estas fotos, que entonces nos sacó René.
Al día siguiente nos metieron a los cuarteles por casi una semana. Nos dieron un casco y una máscara de gas, nos hicieron correr entre obstáculos, arrastrarnos sobre mierda en la oscuridad, saltar a un estanque, quedarnos acostados sobre el asfalto mientras un tanque de guerra nos pasaba por encima, ser secuestrados y aprender a negociar. Supuestamente nos adiestraban para escapar del peligro. ¿De qué te sirvió, querido Pablo…?
Triste país este, que a veces parece avanzar con luces de esperanza, y en otras retroceder terriblemente hacia los tiempos más grises y las prácticas más oscuras. En estos días, cuando un estudiante chileno era secuestrado por la policía, como si viviéramos en las peores épocas de la dictadura, me preguntaba cuál sería la próxima mala noticia. Nunca creí que sería tu muerte, de la que hoy tardé en enterarme, porque estaba haciendo tareas de campo en zonas remotas, sin conexión a internet.
Ahora que me entero, no puedo más que enviar un gran abrazo de solidaridad a todos mis colegas del diario ABC Color, y a todos mis colegas periodistas hombres y mujeres de todos los medios y ámbitos, con quienes comparto este hondo pesar, esta dura indignación, y sobre todo esta certeza reafirmada de que no acallarán nuestra voz, ni lograrán que retrocedamos en nuestra tarea de seguir contando lo que pasa, junto a la gente, siempre con la gente.
Pablo querido, estés donde estés, seguramente ya reunido con Salvador, en tu memoria hago un brindis como aquella madrugada de risas y de abrazos, para vencer al miedo, para darnos coraje, para que este estemos juntos, mas que nunca, entre nosotros y con la gente buena. Y que no nos cansemos de exigir justicia, en tu nombre y la de todos nuestros colegas asesinados, en la mayoría de los casos todavía en la impunidad.
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