Cuando una persona como esta señora emprende el viaje al más allá, deja tras de sí huellas imborrables. Doña Telé, como todos la conocimos, fue una persona marcante, inteligente, sagaz, sincera, alegre a todas horas. Como PARTERA que fue, es un poco madre de una gran parte de la población, actualmente adolescente, de Arroyo de Oro y otras compañías cercanas. Ña Telé no fue apenas una partera que ayudó a dar a luz a las parturientas, a ella le gustaba saber cómo habían crecido los vástagos que ella ayudó a ver la luz del mundo, le gustaba saber si iban bien en la escuela y cosas así. A veces era más madre que la propia madre, si es que se puede decir.
Hace unas semanas ella viajó a un destino sin retorno. Subió al tren eterno tal como fue siempre, serena, tranquila, sin quejas. Deja en nuestros corazones y nuestras mentes sus sabios consejos de mujer campesina.
Rogamos al Altísimo por el eterno descanso de su alma y santa resignación para todos y todas quienes, de una forma u otra, hemos tenido el privilegio de conocerla.
Ña Telé, eterna paz en tu tumba.
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