Por: Enrique Galeano
Desnudos nacemos, pero arropados de inocencia, ese tejido que se extrae de la esencia de la vida. Hasta cierto tiempo, esa savia, corre por nuestras venas y nos hace vivir felices, a pesar de los pesares. Luego nos vamos contagiando con los virus de la “adultez”, un cáncer incurable, benigno y necesario, pero que, muchas veces, se apodera de nuestra conciencia, y va carcomiendo nuestras virtudes y, de a poco, va extirpando de nosotros la humildad, y aprendemos a pisar a quien sea para demostrar que somos mejores que los demás; aprendemos que la honestidad “es relativa” y disfrazamos a las mentiras de “piadosas”, a la hipocresía, la llamamos “diplomacia” o cortesía. También aprendemos que con las “medias verdades”, podemos manipular a nuestros semejantes para nuestros propios beneficios, entonces “sabemos” que el que “aprovecha su oportunidad” es un vivo y que el honesto es un tonto
Ese virus también nos muestra que “TENER” es mejor que “SER”: a la vocación la reemplazamos con cartones a los que llamamos “Diplomas”, al dinero le llamamos poder, para hacerles creer, a los que no los tienen, que deben mantenerse alejados de nuestro círculo, pues son una casta inferior
Cuando aún estábamos sin el virus, jugábamos con nuestros amiguitos sin “ver” las diferencias, pero luego, el virus de la adultez, nos proporcionó una súper visión capaz de “mostrarnos” los “defectos”, incluso imperceptibles, de nuestros semejantes, pero al mismo tiempo nos vuelve ciegos y no nos deja ver las virtudes y los valores “resplandecientes” de esas mismas personas y así va extirpando, de a poco, en nosotros, nuestra esencia: HUMANISMO y, con eso confundimos SOLIDARIDAD con limosnas.
Hoy me he despertado y me he dado cuenta de que estamos en Terapia Intensiva y que nuestra conciencia necesita, URGENTE, un diálisis
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