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lunes, 27 de enero de 2014

Testimonios para no olvidar

Fuente: ABC color. (Pinchar en el titular de abajo para ir al link)
Cristiana sepultura a Agustín y los 500 desaparecidos
Posteado por Elvira Olmedo Zorrilla el 22-01-2014
“Queremos darle cristiana sepultura a Agustín Goiburú, que está desaparecido desde 1977. El era del Movimiento Popular Colorado (MOPOCO)”. Así dijo Elba Elisa Benítez de Goiburú (82) quien lamentó que ninguna de las querellas formuladas en el país a los culpables de la desaparición de su marido, no prosperaron. Por eso, sostiene que es doloroso vivir en el Paraguay, porque no hay justicia. Su hijo Rogelio Goiburú quien actualmente se dedica a cavar tumbas NN, en busca del cuerpo de su padre y de los desaparecidos, en la época de la dictadura, también, da su testimonio.
  Nacida el 2 de abril de 1932, en Ypacaraí, Elba de Goiburú recordó que en 1958 siendo aún estudiante, comenzó su lucha por los derechos ciudadanos pidiendo la rebaja del precio del pasaje y muchos jóvenes fueron apresados. Cuando eso ya estaba casada con Agustín Goiburú que ya era médico, en el Policlínico Policial, ubicado en Asunción.   
- ¿Cuál fue el motivo de la persecución de su marido en la época de la dictadura?
- Por denunciar las muertes en torturas de los presos en 1959. No aguantó ver a los jóvenes manifestantes que reclamaban sus derechos, algunos muertos o a punto de morir, y que Duarte Vera jefe de policía, de aquel entonces, le exija a todos los médicos del Policlínico que firmen los certificados de defunción por muerte “natural”. Duarte Vera les llamó a los doctores: “mediquillo que no están ni a la altura de mi zapatilla” y por lo tanto no tenían ninguna autoridad para negarse a firmar los certificados de defunción y desde entonces, fue perseguido. Agustín Goiburú salió del Paraguay al exilio en setiembre de 1959. Se escapó por Encarnación. Yo me fui en los primeros días de 1960 con mis hijos a la Argentina. El se salvó de milagro de que sea detenido, en el “operativo rastrillo” que se hacían casa por casa. El fue buscado, por eso, no tuvo otra opción que escaparse. Nos reunimos con Agustín, en Posadas y allí continuaron las persecuciones. No obstante, mi marido hizo todas las gestiones para trabajar en Medicina. Salíamos a recorrer el interior de la Argentina. Estuvimos en Misiones, en Candelaria etc. Y siempre la policía paraguaya le tenía controlado con los “pyragués” o delatores. Stroessner les tenía comprado a muchas personas de la Argentina y a las autoridades de Encarnación. La Operación Cóndor o intercambio de prisioneros se realizó entre países, según se puede comprobar en los Archivos del Terror.   
- ¿En dos ocasiones fue secuestrado su marido, puede precisar cómo fueron los hechos? 
- El primer secuestro de Agustín, fue de Posadas, Argentina; en noviembre de 1969. Mis hijos Rolando y Rogelio eran chiquititos. Rolando estaba pescando con su papá en el Rio Paraná. Agustín fue detenido y a mi hijo le enviaron de vuelta a Posadas. Las autoridades argentinas nos prestaron ayuda porque mi marido era muy apreciado. Siempre fue un idealista, un hombre íntegro y sensible. Una persona muy bondadosa, que quería mucho a la gente y sobre todo a los pobres, a quien no le cobraba la consulta. Fue así que a los tres meses del secuestro, me enteré que estaba preso en el sótano de la Marina Paraguaya. Entonces, hice denuncias a nivel internacional a Amnistía y le sacaron del sótano y le llevaron a “La Técnica” y luego fue trasladado de comisaría en comisaría. Cuando volví a verlo, estaba muy flaco y deteriorado. Me dijo que tenía hambre y le llevé en una caja llena de alimentos, como panificados, dulces, frutas que nunca le llegó. Luego regresé a Posadas, porque tenía allí mis hijos chicos. En diciembre de 1970, la Comisaría Séptima estaba lleno de presos políticos, yo y mi madre hicimos muchos trámites para pedir por la libertad de Agustín, pero nada logramos.   
 - ¿Agustín Goiburú se escapó en 1970 de la Comisaría Séptima por un sótano que cavaron con otros prisioneros políticos ¿usted estaba enterada de la fuga?
- Yo venía de Posadas porque no podía vivir en el Paraguay por las constantes persecuciones a mi familia. Trabajaba allí hasta sábado a la mañana, el domingo amanecía, en Asunción. Fue así que Agustín, planeó conmigo su fuga de la Séptima. Recuerdo que no podíamos hablar en voz alta. Nos comunicábamos por esquelita, que él tenía en su boca y yo le pasaba con un beso y al despedirnos yo le pasaba la mía. Agustín cavó un túnel con un grupo de presos políticos en su misma celda en la Séptima y salió en la vereda de la calle Morquio donde le esperaron Heriberto y Aníbal Florentín. Cavaron el túnel con cucharas que guardaban debajo del colchón. Fue un sacrificio bárbaro y salieron en la calle pero no pudieron sacar la cabeza porque el túnel era muy angosto. Hasta que Aníbal Florentín con el taco de su zapato le rompió el piso de la vereda donde está la calle Morquio y entonces salieron y se escondieron porque no pudieron pasar ese día a Posadas. Yo le estaba esperando en Clorinda, con periodistas, pero no pudo pasar ese día. Se escondieron por varios meses, hasta que se pudo asilar en la Embajada de Chile, en el Paraguay. El segundo secuestro de Agustín ya fue porque funcionaba el Plan Cóndor o intercambio de prisioneros entre países. El 9 de febrero de 1977 le trajeron al Paraguay, de Paraná entre Ríos (Argentina), le apresaron a las 11 de la mañana, al salir del Hospital San Martín. Desde aquel entonces, desapareció por completo y nunca supe más nada de él...   
 - ¿Qué siente al recordar actualmente la tenebrosa época?
- Que eran años de sufrimiento y dolor. Paraguay era el cuarto oscuro de América del Sur. Alfredo Stroessner implantó en el país durante 35 años, el terror con las torturas, las muertes y persecuciones de miles de compatriotas que no comulgaban sus ideas y sus hechos.   
 - ¿Que representó la dictadura para su familia?
- El régimen stronista destruyó mi familia. Soy hija única y en la época de la dictadura ni mis parientes me podían visitar en mi casa. Recuerdo que mi mamá que vivía en Piribebuy murió y vine a su sepelio y mis parientes se daban vuelta de mí, para no saludarme, como si fuese una leprosa, por temor a represalias. Mis hijos y yo sufrimos mucho, al igual que mi marido desaparecido. Lo peor de todo es que ni siquiera tenemos un lugar donde ir a prenderle una vela, a rezar por Agustín porque no sabemos con certeza nada de él. Sin embargo, autoridades nacionales me dijeron que Agustín está muerto pero nadie sabe decirme dónde está su cuerpo enterrado para darle cristiana sepultura. No hay consuelo para nosotros porque a pesar de las innumerables gestiones realizadas, nada sabemos de Agustín Goiburú.   
- Regresó al Paraguay con la caída de Stroessner en 1989, ¿cuál es su análisis de la postdictadura?
- Regresé con mis hijos a nuestra casa ubicada en Av. España (Asunción) con la caída de Stroessner, a pesar que tantos sufrimientos pasamos en ella, pero es nuestra. Tenemos mis hijos y yo muchos recuerdos de cuando éramos felices con Agustín. Seguimos esperanzados en que alguna vez sepamos algo del paradero de mi marido. Lo lamentable es que actualmente continúan las mismas arbitrariedades contra los Derechos Humanos en el país, en la parte de educación, salud y miles paraguayos autoexiliados porque no tienen trabajo. Es un delito terrible que la mitad de la población esté sumida en la pobreza. Estoy muy preocupada porque ni bien oscurece y ya no se puede salir de la casa. Nadie puede ser libre de esta forma, ya no se puede conversar libremente con nadie. El sistema fascista de la dictadura continúa. Stroessner se exilió en el Brasil y murió el 2006, pero siguen los atropellos a los Derechos Humanos.   
 - ¿Judicialmente cómo quedó la querella presentada ante la justicia paraguaya en relación al caso de su marido desaparecido?
- El caso está parado desde 1989. Presenté juicio de investigación por el caso de Agustín y no prosperó. En los Archivos del Terror, encontramos a Agustín fotografiado con evidencias de torturas y hasta la fecha, no hay justicia. Los sucesivos gobiernos del poststronismo se olvidaron de las víctimas y los familiares de la época de la dictadura.   
 Es doloroso vivir en Paraguay, porque no hay justicia. Me siento impotente ante las barbaridades que ocurren y la creciente inseguridad ciudadana. Por eso desde hace unos años, me fui a vivir en el campo, en Itá Moroti, Piribebuy, en la casa que me dejó mi madre, como herencia. Queda frente a un arroyo cristalino y está rodeada de cerros. Tengo cuatro perros, aves de corral, vaca y cuido de mi huerta. Planto verduras y frutas para entretenerme. Llevo una vida austera, entregada casi por completo a la oración, rodeada de la naturaleza. Mi compañía son las constantes visitas y llamadas de mis tres hijos y siete nietos. Esa es la vida que llevo sin Agustín, mi marido, quien sigue desaparecido desde el 9 de febrero de 1977 y no tengo paz ni resignación. Solo la justicia puede mitigar en parte, todo el dolor que tengo guardado, en el pecho...   
 En busca del padre...
Rogelio Agustín Goiburú Benítez (57) hijo menor de Agustín Goiburú es actualmente director de la Dirección de Reparación y Memoria Histórica del Vice Ministerio de Derechos Humanos, del Ministerio de Justicia y Trabajo. Es además, coordinador del Equipo Nacional para la Investigación, Búsqueda e Identificación de Personas Detenidas-Desaparecidas y Ejecutadas Extrajudicialmente (ENABI).   
 Rogelio Goiburú, dejó desde hace ocho años, su profesión de médico (recibido en la Argentina), para dedicarse a cavar “tumbas NN”, de la época de la dictadura, en busca del cuerpo de su padre, y de los más de 500 desaparecidos.   
 - En marzo del 2013, fueron hallados dos cuerpos enterrados en el local de la Agrupación Especializada y su familia aseguró que uno, pertenecía a Agustín Goiburú ¿qué pasó del caso?
- Hace 20 años, cuando estábamos cavando, una persona se acercó a mi hermano Rolando y le señaló la dirección donde estaba enterrado papá, en la Agrupación Especializada. El mismo lugar donde encontramos los dos cuerpos, en marzo de 2013. Sé que mi padre fue ejecutado frente a Stroessner y su alto mando militar. Por eso, acusé al ministro de Hacienda, Manuel Ferreira Brusquetti, de ser un cómplice de la dictadura stronista al recortar el presupuesto vital para la investigación. Por que esa acción del ministro de entonces, demostró insensibilidad e irresponsabilidad, y por ende apañó los asesinatos que cometió Stroessner. Lamento que el Estado paraguayo haya recortado el dinero que será destinado para realizar las pruebas de ADN y de esta forma determinar las identidades de los restos hallados.   
 - Desde 2009 que ingresaron en la Agrupación Especializada, en busca de desaparecidos ¿qué resultados tuvieron?
- Encontramos 15 cuerpos y 8 fosas vaciadas. En agosto de 2013, el Estado, (el último día del mandato de Federico Franco) depositó 75.000 dólares para el estudio de identificación de los cuerpos ya encontrados, pero falta la otra mitad para identificar a 20 cuerpos. Queremos seguir con las excavaciones para dejar un equipo de criminalística de la Fiscalía y del Equipo Nacional de Búsqueda, para dotarlos del conocimiento y las capacidades en Arqueología forense para la identificación de personas. Queremos además, hacer estudios del perfil genético de la población paraguaya que permitirá la concreción de la identidad real del fallecido. Hacer el juicio por la verdad es reconstruir la historia reciente de Paraguay, para que nunca más vuelva a ocurrir. Y con las excavaciones de varios lugares, desde 2006 hasta 2013, tenemos 27 cuerpos rescatados, sin lograr la identificación por falta de recursos económicos, que esperamos lograr, este 2014.   
 - ¿Por qué lucha por “la memoria”, de la época stronista?
- Porque el régimen de stroessner es el símbolo del terror, del miedo, la persecución, del miedo y la angustia. Siempre supimos que era un traidor de la patria, porque durante la Guerra del Chaco (1932 a 1935), en la Batalla de Boquerón él abandonó su artillería. El fue un hombre perverso, asesino, ladrón y culpable de 35 años de terrorismo de Estado. Sembró la semilla de la corrupción en el país que actualmente atraviesa todo el tejido social y entregó la soberanía nacional. Por eso, lucho por la memoria, y busco a los desaparecidos, para que las nuevas generaciones sepan que hay luchadores y verdaderos patriotas que desea un Paraguay mejor. Desde la institución que dirijo colaboramos con la Justicia para aportar las evidencias y en el Paraguay para construir un Estado de Derecho. Necesitamos un proyecto país que posibilite la atención a la salud y la educación gratuitas, impulsar la creación de empleo y que las represas de Itaipú y Yacyretá sirva para industrializar con energía limpia, el país.   
La democracia que tenemos actualmente, es formal y poco representativa. Debe ser más participativa para que los políticos y técnicos que ocupen cargos de responsbilidad en el Gobierno, sean los más capacitados. Para saber elegir, el Estado debe educar a la gente, capacitar mejor a los educadores. Solo así podremos reconquistar nuestra segunda independencia, dando una mejor calidad de vida y mejores oportunidades a los campesinos, obreros, estudiantes y ciudadanía en general.   
-¿Qué recuerda de su niñez?
- Desde muy temprana edad, fuimos al exilio. Primero papá en setiembre de 1959. Luego mamá, mi hermana Jazmín, mi hermano Rolando de 4 años y yo, en marzo de 1960. Papá se estableció en Santa Ana, a 40 km de Posadas. Una ciudad pequeña de 2.000 habitantes, en aquel entonces. Allí nos reencontramos con papá, después de seis meses, que ejercía su profesión de médico, en dicho pueblo. Recuerdo que como niños sentimos una alegría muy grande al volver a ver a nuestro padre...   
 En 1969 fue apresado en Aguas del Rio Paraná y lo trajeron maniatado a Encarnación, luego en Asunción y así sucesivamente, a varias comisarías. Se fugó del lugar, en 1970, después de un año de estar preso. Recuerdo que papá rescataba los cuerpos arrojados de los aviones, en los vuelos de la muerte del Gral. Patricio Colmán Martínez. Y el 9 de febrero de 1977, fue secuestrado, de Paraná entre Ríos donde estábamos viviendo, le vimos a mi padre por última vez. Recuerdo de él que era un hombre muy inteligente, solidario con la gente humilde, con un coraje increíble. Un hombre con principios firmes. Era mi héroe...   
 - ¿Cuál es la materia pendiente del Estado, respecto a las víctimas y familiares de la dictadura?
- El Estado paraguayo es el responsable de todos los crímenes de lesa humanidad, de las ejecuciones extrajudiciales, las desapariciones y las torturas. Entonces, es el Estado el que está obligado a reparar ese daño a las familias y a la sociedad en su conjunto. Una forma de reparación es aportar los recursos para que se pueda identificar los cuerpos encontrados, en las excavaciones.   
 A nivel internacional me ofrecieron ayuda económica, para eso, pero tenemos que dejar de ser mendicante. El Estado paraguayo debe hacerse responsable de las atrocidades cometidas durante 35 años, de las violaciones de los Derechos Humanos. Como hijo de un desaparecido, y como funcionario público, necesito encontrar el cuerpo de mi padre y de la mayoría de los 500 desaparecidos en la época de la dictadura.   
 - ¿Cuál es su mayor deseo?
- Que el régimen democrático se consolide y se profundice. Que se construya un Estado derecho, donde todos seamos iguales ante la ley. El hecho de buscar a los desaparecidos, constituye para mi, una catarsis, en busca de mi padre desaparecido. Siento, que no puedo hacer otra cosa, más que buscarlo. Me hace mucha falta mi padre. Es una asignatura pendiente, en la vida de cada uno de los integrantes de la Familia Goiburú. Solo cuando todos los desaparecidos en la época de la dictadura, que son como 500 personas, puedan tener una cristiana sepultura, podré volver a dedicarme en mi profesión de médico, que abandoné hace ocho años... Porque si uno no sabe dónde está el cuerpo del ser querido, el duelo no acaba: ¡nunca! 
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-Elba de Goiburú es madre de tres hijos: Rogelio Agustín, Rolando Agustín y Patricia Jazmín y abuela de 7 nietos. Desde hace unos años, vive en Itá Morotí, en Piribebuy en el predio que le dejó como herencia su madre.   
- Rogelio Goiburú, hijo menor del desaparecido, Agustín Goiburú, vive en la casa ubicada sobre la avenida  España, en Asunción; donde vivieron antes del exilio. Es padre de tres hijos. 


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