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martes, 13 de diciembre de 2011

Hay que indignarse...

El internet permite que uno exponga sus ideas y éstas trasciendan mucho más allá del círculo de amistades o personas conocidas de quien escribe. Eso exige del “escribiente” una cierta capacidad de equilibrio para sojuzgar sus escritos para “agradar” o decir lo que piensa, más allá de la reacción del público que lo lee.
Valga esta introducción para decirles que “alguien” en la red calificó de sensacionalista a mi página Hola Vecino, (www.ybyyau.blogspot.com) por las imágenes de fallecidos en asesinatos o accidentes. Plenamente de acuerdo con la persona que hizo la crítica. Las imágenes son chocantes y hasta “sensacionalistas”, pero, lastimosamente, no causa el efecto que me hubiera gustado causar: El de la indignación por la impunidad con que se manejan los asesinos y la irresponsabilidad con que manejan en las rutas quienes poseen un vehículo.
Lo que busco, al escribir esa página, es evidenciar hechos que siguen enlutando a familias humildes por motivos banales y cuyos procesos duermen en los cajones de las fiscalías porque los autores de esos crímenes son grandes hacendados, o traficantes de todo tipo que tienen la cobertura política que las víctimas no tienen.
Más allá de los crímenes cometidos en esa zona, hay otro hecho que queda en la “oscuridad” de la información, porque a los grandes medios paraguayos (TV, Radio o prensa escrita) no les interesa mostrar el impacto social causado por esos hechos.
Colonias o barrios de campesinos pobres, pero trabajadores, dueños de pequeñas fincas aledañas a las de los grandes latifundistas de la zona, se ven obligados a “vender” sus fincas y mudarse del lugar, migrar a la gran ciudad, vivir en las franjas de pobreza o salir del país en busca de otros horizontes, lo que conlleva el cierre de escuelas, por falta de alumnos, la desaparición de dicho lugar como Colonia propiamente dicha, para convertirse en una gran mesa de billar verde, sin ningún árbol ni cauces de arroyos. Un lugar que, en pocos años estará convertido en un desierto absoluto, con tierra empobrecida por el uso excesivo de “agro químicos” (a los sojeros no les gusta la palabra “agro toxico”)
Si no aprendemos a mirar una imagen, más allá de su aspecto, nunca aprenderemos a indignarnos.
Y eso es lo único que nos falta para barrer de nuestra fauna política a inservibles politiqueros, que no saben hacer otra cosa sino servirse de nuestros impuestos para enriquecerse de la noche a la mañana, mientras el pueblo adolece de los servicios más esenciales que el Estado, (o sea los parlamentarios) están obligados a asegurarles.   

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