El Censo
Nacional de Población es la muestra más acabada de que somos el país del
VYROREI, el PEICHANTE.
¿Quién controla
la veracidad de los datos recogidos por los censistas?, no estamos
generalizando las irregularidades, no estamos diciendo que TODOS los datos
proporcionados por los censistas no sean correctas, inventadas o falseadas,
estamos diciendo que hay censistas con viejas costumbres de llevar a cabo
censos al azar (a lo “nos conocemos todos”, “yo se loo quién pa es”), no se
tiene en cuenta que en “esa familia que “conocíamos” podría haber viajado, o
fallecido o lo que sea, cualquiera de los miembros. De esa forma no se puede
precisar sus recursos económicos, su situación laboral y las condiciones “reales
de vida” (se presume, luego, eso se anota).
La gran mayoría de
la ciudadanía no tiene idea de la importancia de hacer un censo en serio. Ningún
administrador del país puede hacer un proyecto sin saber realmente a cuantas
personas debe beneficiar, sin un censo minuciosos no se puede saber, ni
siquiera calcular las prioridades de un pequeño pueblo, cuanto menos las de un
país.
Urge tomar
medidas en relación a este tema, urge preguntarse cuánto dinero se tiró a la basura
en concepto de pago por un censo que no servirá para nada y quiénes son los
verdaderos responsables de este desastre, quienes deben ser punidos por mal
desempeño en sus funciones, falsificación de datos prioritarios y, por
consiguiente, estafa al erario público.
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