Distinguido
Señor Federico Franco, le escribo estas líneas en la esperanza de apelar a su
conciencia. Me resulta doloroso decirle que yo he crecido en el mismo municipio
que, Usted y su gavilla (mal llamada familia), acaba de avergonzar. Creo que
Fernando de la Mora nunca podrá recuperarse del estigma de haber “criado” semejante caradura y
oportunista.
Usted se
equivocó al pensar en que podía insultar gratuitamente la inteligencia de la
gente con discursos tratando de “ofuscar” la gravedad de los crímenes que
cometió al solo efecto de “probar las mieles del poder”.
¿Acaso piensa
usted que su conciencia no le irá a recordar, ojalá durante toda su vida, las
17 víctimas directas de Marina Kué, así como cada una de las víctimas
indirectas? ¿Acaso piensa que NUNCA saldrá a la luz la verdad de los hechos?
Cada centavo que “malgaste” en su vida, fruto del robo descarado que cometió
contra el Estado paraguayo, le pesarán en su conciencia, (a Usted, su esposa y
su hijo) Ruego al altísimo para que algún día, al menos, uno de ustedes, se
rinda ante la evidencia de que vuestros hechos no pueden quedar impunes.
Su logro, el
mayor de todos, Señor Federico Franco, sin duda alguna, fue el de haber
superado ampliamente el grado de odio y rencor acumulado en la gente, frente a
los que le precedieron, y creo sinceramente que eso no algo del cual pueda
Usted estar orgulloso. Y le aviso que el odio y el rencor que la gente siente
por Usted no es porque robó y mintió, sino por su cinismo, también porque su
megalomanía recuerda a uno de los mayores dictadores y asesinos que tuvo el
país.
Va dejando el poder
Federico Franco, espero que se compre un pasaje a algún lejano país y que la
gente no se vea “obligado” a verle la cara todos los días, mismo porque eso
para Usted no va a ser muy agradable, al menos por un tiempo. Le advierto que
lo van a escrachar, aunque sea una o dos personas siempre tendrán el coraje de
recordarle “su hazaña” en la búsqueda, talvéz, de despertar su conciencia
humana, si es que Usted la tiene.
Espero que en su
discurso de despedida, pida perdón al pueblo paraguayo y le agradezca, de
corazón, la oportunidad que le dio para disfrutar de las mieles del poder y
poder robar tranquilamente, agradézcales su pasividad y su indiferencia,
gracias a ello, usted sale, en tiempo récord, más rico de lo que jamás pudo
pensar y lleva consigo “una condecoración vergonzosa” ese colar al mérito que
Usted se impuso, por decreto, no es más que la prueba de su megalomanía asesina,
las almas de todas la víctimas de su desatino le cobrarán de por vida. Recuerde
que entre esas víctimas se encuentran niños enfermos a causa de que usted no
les proveyó de remedios ni auxilio, Usted, aparte de cínico, es un traidor,
traicionó su juramento hipocrático de salvar vidas (que como médico, supongo,
habrá jurado)
Piense Usted en
todo lo aquí escrito y abandone el país.
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