La muerte de
Lino César Oviedo, candidato a Presidente de la República por el Partido UNACE,
despertó el odio desmedido e inoportuno de mucha gente.
El deseo de
venganza, movido talvéz por motivos nada claros, no es la mejor manera de
dirimir diferencias con nadie. Lino Oviedo tuvo sus sombras y sus luces, es
producto de la política caudillista que impera en el país.
El problema no
es ese, el problema es que nosotros seguimos la vieja política de “denunciar”
las cosas fuera de tiempo y espacio. Si Lino fue un delincuente, se lo debía denunciar
en las instancias correspondientes y en el tiempo correspondiente, con los
respaldos probatorios necesarios. De otro modo, nuestras denuncias caen en el vacío
y nunca van a surtir el efecto deseado del castigo pertinente.
Ahora Lino
Oviedo ya se fue y, por esas cosas de la vida, capaz que lo vuelven un héroe
nacional. Así somos los paraguayos, así se manejan nuestros políticos ante una ciudadanía
apática e indiferente. Una ciudadanía que se queja de la corrupción, pero, al
mismo tiempo, empuja a la impunidad.
Todo el mundo le
grita bandido y corrupto a Calé Galaverna pero, al mismo tiempo, permiten que
se candidate a un nuevo periodo, aun cuando, personalmente, admitió haber
violado la Constitución Nacional.
Esa es la ciudadanía
que ejercemos, la del comodismo de nuestra desidia, bajo la excusa de “nunca
podremos contra ellos” “es mejor aprovechar” lo que te ofrezcan, seguimos
dejando que el país vaya a manos de oportunistas, cleptómanos y oligarcas de
turno. La ciudadanía nunca quiere ver la “verdadera Asociación ilícita para
delinquir” en la que se reúnen estos oportunistas.
¿Habría hecho
Lino Oviedo algo bueno por el Paraguay? Nunca más lo sabremos. Si Lino Oviedo
fue un narcotraficante, un evasor de impuestos, asesino de campesinos o
cualquier otro delito, eso ya queda para atrás, si nunca le pusimos la energía necesaria
para recuperar los bienes mal habidos a los Stroessner, o al mismo General
Rodríguez, tampoco se hará con Lino Oviedo.
Echarle pestes,
acusarlo ahora ya no tiene sentido, ya se fue, ya no está aquí. Solo nos resta
esperar para saber cómo van a reaccionar sus adherentes, si se van a acoplar a
otros movimientos para acceder al poder o si se desbandaran para “poblar” otras
carpas.
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